jueves, 26 de marzo de 2009

Negra sombra que me asombras...


Ilustración: Fotografía denuncia tomada por la propia autora el 20/3/09 en la playa de Doniños, Ferrol. Aún queda chapapote.

Las costas gallegas siguen impregnadas por su oscuro pasado.

La catástrofe que se inició allá por el 2002 con el vertido del Prestige continúan arrastrándose en todos los ámbitos (políticos, ecológicos, pesqueros, etc.).

Esta breve reseña trata de desencriptar informaciones a las que no se les concedió mucha importancia, pero que a la hora de hacer una retrospectiva 7 años después se pueden mirar desde otro prisma. También intentaré reflejar un poco de la situación actual y detalles y declaraciones que me han parecido curiosos por no decir aberrantes.

En primer lugar, cómo no, hay que hablar del panorama político, mal que me pese. Por supuesto, un desastre de tamaña magnitud no produjo la unión de todo el mundo contra el enemigo común (el vertido, por aquello de no convertir a Galicia en el nuevo surtidor de Repsol) pero no, ésto es imposible para la variante de la raza humana llamada “política”. Pero bueno, como la autocrítica brilla por su ausencia en el panorama político, nunca anda mal una oposición que haga críticas constructivas. Una vez más, esto parece un imposible para nuestros amigos, que se dedican a meter el dedo en la llaga con objetivos políticos. Pero resulta que ese corredor atlántico pegado a la costa lleva mucho más tiempo de lo que estuvo en PP en el gobierno, no obstante, hasta el Prestige nadie se interesó mucho, por aquello de la falta de publicidad, tal vez.


Pero vayamos al grano: los representantes del Gobierno, en ese momento, tuvieron que tomar una decisión en tiempo muy limitado, con poca información y mucho riesgo (vaya, la definición perfecta de la tarea de un político, ojalá me hubiera salido en el examen de filosofía política…), lo cual no siempre es fácil. Les pusieron contra la espada y la pared con estas opciones: conducir el buque a una ría (Ferrol, la mejor preparada, con instalaciones perfectas para el caso; o Coruña) o mandarlo lo más lejos posible.

Muchos expertos afirman que metiendo el petrolero en una de las rías se hubieran podido minimizar enormemente los daños. Pero habría que tener en cuenta que aunque las consecuencias en el total de las costas gallegas serían mucho menores, las consecuencias de llevar a cabo una operación así habrían sido irreparables para la zona (imagínense sólo una parte de las 63.000 toneladas de chapapote que se esparcieron por el mar enfocadas en una sola ría…Terrorífico). Ningún político querría cargar con eso, y menos el capitán marítimo de la ciudad de Ferrol, Antonio de Real, que supuestamente mezcló sus intereses políticos sobre el ayuntamiento de esta localidad con los consejos de enviar el buque a su puerto. Finalmente, el juicio por la responsabilidad del director de la Marina Mercante (resuelto hace pocos días) falló a su favor alegando que las condiciones del buque no dejaban otra opción que alejarlo, en la dirección que se ordenó.

Otro problema que encontramos aquí. A la hora de alejarlo fue cuando se presentaron los primeros síntomas (luego mucho más acusados) de que no existía un buen sistema para afrontar estos casos, lo cual justificaba el Conselleiro de Pesca de la Xunta de Galicia, Enrique López Veiga, con declaraciones como ésta: "no podemos tener un barco [anticontaminación] para un accidente aislado". La gracia (por llamarlo de alguna forma) es que en los últimos 30 años, Galicia ha sufrido 7 de las 10 mareas negras producidas en Europa. Sin palabras…

Y no sólo esto, sino que además el petrolero ya tenía sus días contados (fue botado en los 70), por lo que en su última reparación en China le hicieron un defectuoso apaño con piezas de acero de un grosor inferior al original, para ahorrar dinero (total, si va a desguazarse pronto…), y encima estas reparaciones fueron aprobadas por la clasificadora de ABS.

Y por si esto fuera poco, las autoridades desmentían que se estuviesen produciendo fugas una vez el barco se hundió, aunque científicos portugueses afirmaran precisamente lo contrario, hasta que se hizo demasiado evidente como para seguir con ello. ¿Y por qué habrían de mentir (y no sólo en ésta ocasión)? Se pregunta una. Claramente porque lo primero es aceptar que existe un problema, pero ese capítulo de barrio Sésamo se lo perdieron. Sin pensar en el descrédito que causaría más tarde, se lanzaron a hacer desde un primer momento declaraciones que no se ajustaban a la realidad, tales como que la marea alejaría el vertido de la costa (perla soltada por Arsenio Fernández de Mesa, Delegado del Gobierno en Galicia) o que el vertido estaba controlado gracias a la rápida actuación de las autoridades y que no habría daños para las poblaciones pesqueras ni para la flora y fauna marinas (del imaginativo Miguel Arias Cañete, Ministro de Pesca de por entonces).


Pero como en toda calamidad para el mundo, aparecen heroicidades como la de los mejilloneros de la ría de Arousa quienes, aterrados por las consecuencias de la destrucción del medio del que viven, salieron a la mar en sus humildes embarcaciones para enfrentarse cara a cara con la marea negra que amenazaba con arrasar una de las zonas acuícola y “marisqueiras” más ricas del mundo. Incluso con sus propias manos. Pero el fuel ganó la batalla, y el vertido lamentablemente terminó entrando en la ría.


No había medios. Las barreras antimareas eran insuficientes y muchas se terminaron rompiendo, los remolcadores españoles utilizados para llevar el buque mar adentro eran sólo tres, absolutamente insuficientes. Pero lo peor de todo, sin duda, fue la mala gestión del Gobierno que luchaba contra viento y marea (que ironía, como el buque) para salvarse el culo, perdonen por la expresión, ante una oposición movilizada para hundir más el dedo en la llaga, mientras miles de ciudadanos pasaban sus horas en las playas de toda Galicia para eliminar el vertido con el sudor de sus frentes.


Pero (y aquí está el dato que más me abruma), frente a la movilización de estos más de 300.000 voluntarios, aún hubo navíos que tuvieron la desfachatez de aprovechar el momento para limpiar sus tanques de fuel con agua marina (al parecer práctica muy habitual, lo cual también es alarmante). Aunque la situación ya era imposible de empeorar, esta falta de Humanidad, conciencia ecológica o como mínimo vergüenza parece impensable.


Ya terminando quiero resaltar que los partidos (PSOE y BNG) que prometieron la creación de un corredor atlántico más alejado de la costa, son los mismos que gobiernan y apoyan la planta de gas en medio de la ría de Ferrol (una colocación geográfica innecesaria e inadecuada, además de un peligro para una población demasiado pegada a la planta, pero dejemos este tema para otro día).


Y finalmente quiero llamar la atención a todo el que lea esto para decirle:
¡NO, GALICIA AÚN NO ESTÁ RECUPERADA!
¡EL PASADO CAMBIO DE GOBIERNO, POCA ACCIÓN Y MUCHO CUENTO!


En resumidas cuentas, aún queda mucho por hacer, aunque no lo parezca. Aún queda chapapote enterrado bajo la arena y sobre las rocas. Por no hablar de las posibles consecuencias cancerígenas a largo plazo como resultado de la asimilación del fuel en los microorganismos de los que se nutren los peces que luego ingerimos.


OTRAS FUENTES (por links):







2 comentarios:

  1. Me ha enganchado el artículo de principio a fin, un pequeño gran trabajo de investigación que saca a la luz muchas cosas que por el interior no sabemos, ¡felicidades! :)

    ResponderEliminar
  2. ¡Una vergüenza! Ya me lo parecía antes de saber muchas de las cosas que aparecen en tu artículo y ahora... no me lo puedo creer. Lo poco que se mira por el medioambiente y por la sociedad porque, total, quienes lo van a sufrir no son las clases altas ni quienes se dedican a la política; esa gente podrá irse a vivir a la Luna (sigo alucinando con esa plataforma que pretenden hacer con ascensor desde la Tierra) cuando hayan acabado con todo esto.

    ResponderEliminar